Las aves tienen un papel importante en la historia natural del Influenza y de la gripe, pero hay otro personaje además de nosotros, humanos. Son los puercos.


juro_nao_fui_euNuestro conocimiento del Influenza en puercos tiene fecha de mas o menos 1918, cuando se notó que los mismos también podían tener gripe, en una época en la cual la gripe humana causaba una pandemia impar. En 1930 el virus fue aislado de los puercos, un H1N1 llamado de cepa clásica, próxima del H1N1 humano y de origen similar: el Influenza H1N1 de aves.

ResearchBlogging.orgEste virus fue prácticamente el único circulante en puercos de Norteamérica hasta el final del siglo pasado. También llegó a circular en puercos de Europa y Asia a través de una contaminación en Italia en 1976, pero en 1979 un nuevo H1N1 aviario lo sustituyó por completo. Desde entonces, la historia del Influenza porcina y la nuestra viene sucediéndose de forma alternada.

La atención mundial reciente estaba más centrada en los virus aviarios, en gran parte debido a la letalidad y al miedo causado por el H5N1, pero los puercos no dejaron de ser considerados una fuente de virus pandémicos. Son varios los motivos que nos preocupan en relación a los puercos, y los principales se refieren a la fisiología porcina.

Los puercos tienen ambos tipos de receptores para el Influenza en el sistema respiratorio, el ácido siálico α2,3 y α2,6. Mientras que el virus circulante en aves tendrá dificultad de infectarnos, pues usa principalmente el α2,3 y nosotros sólo tenemos este receptor en el trato respiratorio inferior (región de los pulmones), lo que dificulta la dispersión a través de la tos o el estornudo, si este virus entra en puercos encontrará el ácido α2,3 en todo el trato respiratorio, inclusive el superior. Y encontrará también el α2,6 que, en caso de que llegue a usar, tendrá una probabilidad mayor de transmisión entre humanos.

Hay también la cuestión de la temperatura. Aves tienen un metabolismo más activo que el nuestro, la gallina por ejemplo tiene una temperatura promedio de 42ºC, de forma que un virus adaptado a replicarse en aves generalmente tiene sus enzimas funcionando con menos eficiencia en humanos. Los puercos en compensación tienen una temperatura promedio de 39ºC, bien más próxima de la nuestra, un intermediario conveniente entre aves y humanos.

Por el lado ecológico de la cuestión, pesa la posibilidad de un mismo puerco ser infectado por dos virus diferentes y originar una nueva cepa reordenada. Las probabilidades de este evento son grandes ya que, debido a que puede ser infectado con virus aviarios y humanos y convivir con ambos en locales de crianza, es frecuente la introducción de cepas humanas en puercos. Cepas aviarias también son comunes en focos limitados de contaminación, por virus como el H9N2, H3N3, H4N6, H1N1 y otros.

Esto ya sucedió en 1997, cuando un virus porcino ganó genes de un Influenza de aves y otro de humanos (nuestro H3N2). Este triple reordenamiento circula hasta el momento, y fue uno de los dos virus de puercos que originó el Influenza A (H1N1) en 2009, demostrando directamente el potencial de transmisión a humanos.

La pandemia de 2009 trajo de vuelta la atención a una cuestión importante. Los puercos son transportados alrededor del mundo, criados en locales con gran densidad de animales, y en muchos lugares menos desarrollados están en contacto directo con aves de corral y con sus dueños. Estos animales necesitan tener un seguimiento y ser criados con control, si queremos reducir las probabilidades del surgimiento de nuevas cepas peligrosas.

Fuentes:

Olsen, C. (2002). The emergence of novel swine influenza viruses in North America Virus Research, 85 (2), 199-210 DOI: 10.1016/S0168-1702(02)00027-8

Landolt, G., & Olsen, C. (2007). Up to new tricks – A review of cross-species transmission of influenza A viruses Animal Health Research Reviews, 8 (01) DOI: 10.1017/S1466252307001272